Una noche de luna
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Una noche de luna
Sol caminaba sola por la calle, pequeños temblores estremecían su cuerpo y una gran angustia le estrujaba el corazón. No sabía por qué, no tenía ni la menor idea de qué era lo que ocurría y sentía que había olvidado algo importante.
Era una noche bastante clara, la luna brillaba con un resplandor que pocos conocían y el viento se deslizaba silbando por las calles. Sol, no notaba el frío que invadía el ambiente, tenía la vaga noción de que aquella era una noche helada, pero por más que forzara la sensibilidad de su piel, ahora no era capaz de sentir la temperatura.
Un hombre alto se acercó hacia ella.
–Sígueme –fue lo único que le dijo.
La chica lo miró desconcertada, no entendía qué era lo que ocurría y menos por qué aquel desconocido le había pedido que le siguiera. Dio un paso hacia atrás, alejándose de él.
El extraño le tendió su mano y en ese mismo instante niebla comenzó a formarse a su alrededor. A Sol le extrañó que la gente no se detuviera a ver el espectáculo del que ella formaba parte; es más, las personas que circulaban por la calle, parecían no percatarse de su presencia ni de la del hombre. Asustada retrocedió otro paso.
Sirenas de ambulancia y varios gritos llenos de horror, se escucharon a lo lejos. Una pareja que pasaba por su lado comentaba, con la voz llena de angustia, el trágico accidente automovilístico que había tenido lugar en la esquina de la avenida principal y lo perturbador que había sido ver el cadáver de una joven de no más de 16 años tirado en el asfalto.
Sol siseó, en ese momento todos los recuerdos que había olvidado invadieron su mente: Luz verde, auto azul a gran velocidad, negro, todo se había vuelto negro. Miró su ropa ensangrentada y con la angustia escrita en el rostro miró al hombre que aún permanecía de pie frente a ella. Entonces comprendió...
Pilar Nuñez, Pilly
Era una noche bastante clara, la luna brillaba con un resplandor que pocos conocían y el viento se deslizaba silbando por las calles. Sol, no notaba el frío que invadía el ambiente, tenía la vaga noción de que aquella era una noche helada, pero por más que forzara la sensibilidad de su piel, ahora no era capaz de sentir la temperatura.
Un hombre alto se acercó hacia ella.
–Sígueme –fue lo único que le dijo.
La chica lo miró desconcertada, no entendía qué era lo que ocurría y menos por qué aquel desconocido le había pedido que le siguiera. Dio un paso hacia atrás, alejándose de él.
El extraño le tendió su mano y en ese mismo instante niebla comenzó a formarse a su alrededor. A Sol le extrañó que la gente no se detuviera a ver el espectáculo del que ella formaba parte; es más, las personas que circulaban por la calle, parecían no percatarse de su presencia ni de la del hombre. Asustada retrocedió otro paso.
Sirenas de ambulancia y varios gritos llenos de horror, se escucharon a lo lejos. Una pareja que pasaba por su lado comentaba, con la voz llena de angustia, el trágico accidente automovilístico que había tenido lugar en la esquina de la avenida principal y lo perturbador que había sido ver el cadáver de una joven de no más de 16 años tirado en el asfalto.
Sol siseó, en ese momento todos los recuerdos que había olvidado invadieron su mente: Luz verde, auto azul a gran velocidad, negro, todo se había vuelto negro. Miró su ropa ensangrentada y con la angustia escrita en el rostro miró al hombre que aún permanecía de pie frente a ella. Entonces comprendió...
Pilar Nuñez, Pilly
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